El 14 de Mayo de 2018 encontré un perro en la calle. Andaba afuera de mi trabajo; un perro muy bonito y juguetón que a todos andaba siguiendo, pero también bajaba a la calle y se paraba a la mitad esperando jugar con algún carro. No pude ignorarlo por algún motivo y decidí meterme a buscar algo con que amarrarlo (unas agujetas de mis tenis de correr fue suficiente). Ya amarrado le llamé por teléfono a mi esposa para pedirle que si podía llevar un perro perdido a la casa y además que sí podría salirse de su trabajo para llevarlo en la camioneta… Accedió, lo llevamos a la casa y se lo encargamos a Megan que lo recibió muy contenta. Por la tarde después del trabajo les dimos de comer y todo normal. Muchas semanas buscamos a sus dueños, lo paseamos dos veces al día todos los días y por fin me resigne a que no lo estaban buscando y decidí llamarlo Rocco Sifredi porque volteó a verme cuando dije ese nombre. El plan era buscarle un hogar donde pudieran tener un perro de trabajo.
Al día siguiente de llevarlo a casa, por primera vez vimos lo que parecía un pequeño problema. Les servi de comer y Rocco se enojó con su plato y lo atacó. Rego todas las croquetas y prosiguió a comer y de vez en cuando a enojarse con su cola. Así fue varias veces, rompió un plato, compramos otro, le servi el plato poniéndolo dentro de un cajón de madera para que no lo pudiera voltear con la pata. Así comió mas o menos bien un par de días. Hasta que se enfureció suficiente como para levantar el cajón de madera y hacerle unos agujeros con sus dientotes. Todavía no me preocupé, pero ya me comenzó a molestar un poco. Recordé que a JayJay muchos meses le di de comer en el suelo y me pareció buena idea quitar el plato de la ecuación. Le dejé sus croquetas en el suelo y me metí. Otra vez lo escuché gruñendo, ladrando y persiguiendo su cola. Entonces ya se me terminaron los trucos que yo conocía… Había conocido perros que al principio no me dejaban acercarme mientras comían, pero Rocco deja de comer por proteger el alimento.
Comencé a leer y a investigar casos similares y aún no he visto alguno… Rocco es algo peculiar: normalmente es juguetón e inquieto pero si le pones un plato lleno de comida se queda inmovilizado, se le caen hilos de baba, se coloca de modo que el plato quede justo entre sus patas delanteras y debajo de su pecho. Sus músculos de los hombros se tensan y entonces al primer movimiento de su cola grita y trata de morderla (a veces lo logra). Es un perro grande y sus gritos son ensordecedores… Nada lo saca de ese ciclo de gritar y atacar su cola o lo que sea que se acerque a su comida. La verdad me da miedo lo impredecible que parece todo el ritual.
Esas primeras veces que vi todo el ciclo de principio a fin, lo único que se me ocurrió hacer fue tragarme el miedo y comenzar a recoger las croquetas regadas una por una (las que estaban más lejos de él). Al verme juntar las croquetas el se pone a comer todas las que puede lo más pronto posible y poco a poco se las voy poniendo cerca en montones pequeños. Esto no es más que lo único que me queda por hacer una vez que todo se salió de control.
Leyendo libros y posts en internet sobre «resguardo de recursos», encontre algunas sugerencias y comencé a darle de comer en su plato pero sin soltarlo, todo el tiempo sosteniéndolo y esto me funcionó bien hasta el punto de que comía bien si yo solo sostenía una orilla del plato con la punta de mis dedos. Durante estos ejercicios llegó a tirarme una mordida a la cara que logré esquivar, un par de veces me mordió el brazo sin hacer mucha presión. Solo trataba de asustarme para que no le quitara su plato de comida antes de terminar. Le perdí el miedo a las mordidas y seguimos trabajando. Y entonces llegamos a una variante nueva del problema… Comenzó a atacar mi zapato, gruñendole y mordiendolo… A veces llegó morderlo fuerte, sin lastimarme pero ya se sentía como una mordida de verdad. Recordando las veces que ha sucedido eso, siempre era casi al terminar su comida cuando estábamos cerca de la puerta que da a la calle y casi siempre yo lo veía ponerse «serio», pero como ya estábamos por terminar el plato trataba de ignorar la señal y terminar pronto las últimas croquetas. De ahí pasamos a darle de comer directo de mi mano, y funcionó igual de bien que lo de sostener el plato, y ya nunca me mordió las manos. Pero, después de un mes los ataques a al pie izquierdo regresaron…
Ya pasaron 9 meses desde que lo encontramos y después de unos cuantos libros más; comenzamos un nuevo ejercicio… Le llevo su comida a sus paseos diarios y se la voy dando a cambio de caminar tranquilo, otro puñito a cambio de sentarse, un poco más por voltear cuando le digo su nombre, hasta que el termina su porción…
Apenas van tres dias, pero en ningún momento se me ha puesto serio y lo veo muy contento y tranquilo, disfrutando su comida sin estrés. Y Eso es todo lo que quiero para el…
Unas fotos que le tomé cuando lo amarre con las agujetas para buscar a su dueño que nunca lo buscó…
pinchi perro mamalon
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